viernes, 21 de septiembre de 2007

Carta al Ser Desaparecido


Querido amigo... ¡quisiera saber dónde te hallas! Echo tanto de menos tu risa sincera, tu confianza ciega, tu noble sentido de la Palabra... ¿Recuerdas cuando hace unos años paseábamos a diario descubriéndonos secretos mientras saboreábamos las grises mañanas? Cada paso dado fortalecía nuestra Amistad de Hierro. ¡Y cómo reíamos!


Me enseñaste a ser libre, a ser adulto. A afrontar todas las consecuencias de mis actos, con el brillo de la Verdad en mis ojos, con la cabeza bien alta. Palabras las tuyas que como un Maná dulce empaparon mi corazón de por vida. Qué balsámico efecto el de tus abrazos, el de tus consejos y tus minutos en Silencio escuchando mi voz rota...


¿Por qué desapareciste tan repentinamente, sin avisar, sin decir adiós? Tal vez nunca te diste cuenta de que te alejabas por momentos, y tampoco yo supe retenerte. Quedó en tu lugar un Vacío tan desagradable... No puedo culparte. Porque no sé si la culpa es mía, o si el culpable eres Tú. Ni me importa, ni creo en el fondo que haya culpables cuando no hay afrenta cometida. Pero tu marcha es tan real y tangible como tangible es el dolor que siento al escribirte. Dolor mío de cada día que quebró mis alas de mariposa, y rompe la tela de la araña.


Escribo estas líneas para homenajear al Hombre Desaparecido a quien tanto necesito. Allá donde estés, recuerda el Amor que por ti profeso. Con desesperación sigo buscándote a veces. Pero se encarga la Vida con cada nuevo capítulo de enseñarme que hay cosas que terminan, se van, o tal vez huyen, para no regresar jamás... Perdona si alguna palabra se ha borrado; no tengo con qué enjugar mis lágrimas.


Hasta Siempre...


No hay comentarios: