jueves, 16 de octubre de 2008

And round, and round, and round...

¡La de vueltas que da la vida! ¿A que sí?

El pasado lunes 6 (de este mes de octubre) disfrutaba junto con mi mujer (suena raro, ¿eh?) del último día de permiso por matrimonio en el trabajo. Decidimos pasar el día entero en Madrid centro, pues hacía siglos que no bajábamos...

Así que después una visita guiada por el Palacio Real, y de comer en un garito de la Gran Vía, nos fuimos a dar una vuelta por la Fnac (siempre me pregunto por qué decimos "la" Fnac y no "el " Fnac) para ojear los libros, discos, etc... Una hora después ya estábamos hartos de babear ante tanta publicación, así que pensamos en tomar un cafecito en cualquier cafetería de Callao. Mientras Cris entraba en los aseos, yo me bajé al hall (en la planta baja, claro) a esperarla.
Y el caso es que estoy allí pasmado, esperando, y de repente veo a alguien pasar delante mía, a unos tres metros. De refilón, y casi de espaldas, ya; pero algo en esta persona me resultó jodidamente familiar.
Estuve a punto de no moverme porque pensé: "es imposible". Inma vive en Buenos Aires desde hace siete años. ¡Siete años sin vernos!
Así que me libré de mi empanada mental y andé hasta las escaleras mecánicas. Y, efectivamente, subiendo en ellas, estaba Inma.

Parece una tontería, ¿eh? Pero, ¿cuántas veces habremos estado en el mismo espacio, reducido, con alguien conocido a quien hace mucho que no vemos, y no nos habremos percatado siquiera?

Pasamos una hora, aproximadamente, tomando café y hablando de mil y una cosas, cosas felices, cosas tristes, cosas dolorosas y cosas triviales. Compartiendo vivencias, recordando caras, nombres...

¿Un encuentro, acaso, fruto de la casualidad? No.

La vida gira, y gira, y gira...

lunes, 13 de octubre de 2008

One with the mountains...


Ante todo, ¡hola! Qué ganas tenía de disponer de alguna tarde libre para ir actualizando este olvidado blog mío (que por otra parte, no lee nadie, así que tampoco era tan necesario).

En segundo lugar, quería aprovechar este espacio para dar las gracias a todos y cada uno de vosotros, que habéis hecho de estos últimos meses un pedazo de mi vida algo más llevadero. Gracias por vuestro ánimo, vuestro apoyo y vuestra ayuda, en asuntos tan dispares como la muerte de un ser tan cercano y querido como es una madre; como la preparación de una magnífica despedida de soltero, o la celebración de una boda de campeonato. Por todo ello, amigos, gracias de corazón.

Porque ya son siete los meses que han pasado desde el pasado 13 de marzo, fecha maldita en que mi madre dejó de sufrir. Como decía mi hermano Rydwlf, una llama se extinguió. Una llama de lucha, y de dolor, y de sufrimiento. ¡Cuán difícil es poner de acuerdo a la cabeza y al corazón! Qué fácil es ver las cosas, y opinar, no sin razón, desde fuera, cuando el asunto no nos toca de forma directa. ¡Ay! Pero otro gallo canta cuando es uno mismo el que sufre el avatar en sus propias carnes. ¡Cómo cambia la cosa! Con siete meses de perspectiva, no sé aún qué pensar. La muerte le supuso a mi madre el ponerle fin a una puñetera existencia marcada por la enfermedad degenerativa, por el dolor y, finalmente, la desesperación. Porque, ¿os hacéis una idea de lo que es yacer en una cama, con la movilidad del cuerpo reducida en un 90%, durante casi tres putos años? ¿Una sola idea? Para el yaciente, y para el que está alrededor.
Visto el tema desde este punto de vista, es fácil pensar que la muerte es un alivio, una puerta hacia la paz y el descanso, para unos y para otros.
Pero, por otra parte, ¿no es innato al ser humano (al ser vivo diría yo) ese afán por seguir vivo, esa lucha, esa necesidad de sobrevivir, aunque ello implique malvivir? ¿Cómo poder abstraerte de tu condición de hijo, de tu puto corazón que late cada minuto por y para esa madre enferma, para hacer de la razón, de la lógica, tu bandera?
Creedme, amigos. Es difícil. Mucho.
Pero como dije una vez, en una entrada anterior, los golpes endurecen el cuerpo y, al final, dejas de sentirlos. O al menos, duelen menos. O al menos, sabes encajarlos mejor. Mejor, desde luego, que aquéllos que viven en un mundo de color rosa. Bienaventurados...

Así pues, rindo desde aquí en esta entrada, la primera de muchas que escribo desde hace meses, rindo, digo, homenaje a mi madre, que se marchó el 13 de marzo de 2008. Os dejo con estas letras que he escrito durante estos meses, sin pretensiones, sencillas, que en forma de canción, recuerdan a Asunción.
Te quiero, wherever you are...

“I hear your voice now
I look ‘round, nobody’s here
Rings of smoke dance with the trees
The wind cries out your name…

When tears fall down the eyes
And Winter’s warmer than the heart
One ray of Sun so we can see
You’ve turned into Forever green
Now you are One with your Mountains…”

D.E.P.